domingo, 1 de mayo de 2011

Introducción a LaVida.

Cada vez que me miro al espejo alguien diferente me devuelve la  mirada. Sus ojos siguen siendo del mismo color y su cabello luce exactamente igual, pero hay algo que hace a ese reflejo único.
Detesto profundamente las frases Te Quiero y Te Amo, siendo la razón de este desprecio algo estrictamente personal, pero que me gustaría compartir con el mundo que me rodea.
Creo que puedo ver la verdad en la mirada de las personas, saber si es genuino o no lo que me dicen con sólo clasificar el brillo de sus ojos. Pero hay personas que son ilegibles a mi parecer, que me hacen dudar. Hay personas a las que miro a los ojos y me pierdo en ellos, sin encontrar afirmaciones ni negaciones; ni verdades ni mentiras. Esas personas son las que me atraen.
Estoy firmemente convencida de que cuando una persona te evita es porque le teme al qué decir, y a la respuesta que obtendrá. A mi también me pasa todo el tiempo, no estoy juzgando a nadie. Cuando uno teme significa que algo le importa, porque jamás temeríamos por algo que no nos interesa. De este modo, sabemos que evitamos lo que nos interesa y nos enfrentamos a lo que en realidad no nos parece primordial.
Creo que la vida es totalmente lógica, al igual que un problema de matemáticas. Para resolverla se pueden aplicar fórmulas que la vuelven más fácil, pero siempre hay un camino que llega a la solución sin aplicarlas. De otra manera, perdería la gracia llegar al final siempre por el mismo camino. La gracia de la vida, entonces, es encontrar el propio camino para llegar a un mismo fin.
La muerte.
Dejando de lado las cuestiones religiosas del ‘qué implica la muerte’, pensemos en la misma, en el trayecto de esta lectura, como el fin de la vida tal cual la conocemos hasta ahora. Me refiero algo tan sencillo y a la vez profundo como no más familia, ni amigos, ni pasatiempos, ni trabajos, ni derechos. Nada.
Nada.
Entonces si el fin es nada, la vida es en vano.
Todo el palabrerío anterior fue para llegar a la simple y lógica conclusión de que algo hay después de la muerte, porque de lo contrario todo sería en vano una vez llegado a la nada. ¿Lo ven? La vida es lógica.
Pero como no sabemos a ciencia cierta qué es ese algo, debemos resignarnos a transitar esta vida con los ojos vendados, dejándonos guiar por los instintos y las emociones. Buscando, a través del camino, a personas con las que nos sintamos cómodas y podamos hacer de esta odisea algo llevadero… que es donde yace mi problema.
Porque al ver a las personas a los ojos creo saber qué sienten, o la idea general, pero si su mirada es muy transparente no me atrae. Me atraen aquellas personas que me miran fijo y de frente, pero que poseen una barrera que no permite que distinga qué están pensando, sintiendo… si piensan en mi, si realmente les importo.
Y de esas personas, seguramente, es sobre quienes más voy a escribir. Este blog podría ser algo así como mis memorias... mis memorias en relación a los otros. Porque el hombre no es nadie si no vive en sociedad, porque yo no soy nadie sin quienes me rodean. Y así empieza este viaje. 

La Persona Detrás del Teclado...

Argentina
16 años. Muchos sueños por delante.